Dicen que entre las primeras películas que se grabaron con el cinematógrafo, a finales del siglo XIX, ya había algunas escenas realmente eróticas y picantes. Y es que incluso en épocas más oscuras y prohibitivas, el sexo nos ha atraído demasiado como para dejarlo al margen de las nuevas artes. Los desnudos en las pinturas son más que habituales, aunque es cierto que no tenían una intención lasciva. Las novelas eróticas llevan siglos produciéndose, aunque algunos piensen que son un invento de Internet. Y por supuesto, el cine también ha introducido siempre ese punto picante, cuando no directamente explícito, a través del porno. La industria del cine para adultos se desarrolló especialmente desde finales de los años 60 hasta mediados de los 80, viviendo su época dorada en la década de los 70. Posteriormente, el porno ha intentado mantenerse entre la censura, la marginación y la creciente demanda por parte del público.
Porque seamos francos, todos, quien más quien menos, hemos consumido porno alguna vez. Tal vez cuando éramos más jóvenes, cuando estábamos aprendiendo todo lo que significa el placer de explorarse a uno mismo… Y no hablamos solo de hombres, porque cada vez son más las mujeres que rompen con ese estúpido tabú que las deja fuera de este tipo de estímulos sexuales. Hay porno para todos los gustos y para todos los públicos, porque el público potencial de esta industria es enorme. De hecho, podríamos afirmar que se dirige a cualquier persona que quiera excitarse, lo cual prácticamente nos lleva a todos los adultos y adolescentes. El porno ha perdido, al menos en parte, esa connotación negativa que todavía tenía a principios de siglo, aunque sigue siendo atacado por diversos sectores, tanto conservadores como feministas, opuestos en tantas otras cosas. La nueva censura parece querer acabar con una industria que solo ofrece diversión y sensualidad. Aunque para ser francos, el porno no es siempre de color de rosa. Como cualquier otro negocio donde se mueve mucho dinero, los intereses quedan por delante de las personas en demasiadas ocasiones. Y nosotros no queremos dejar pasar la oportunidad de conocer también ese otro lado oscuro del cine para adultos.
Una industria millonaria
Según datos de Google, casi el 20% de las búsquedas totales en Internet en 2017 tenían que ver con el sexo y el porno. La industria, ahora ya trasladada casi por completo a la red de redes, mueve cada año en torno a 4.000 millones de dólares, una cantidad absolutamente desorbitada. Esto deja muy claro el interés que el público sigue teniendo en el porno, y la demanda que parece seguir subiendo año a año. Dinero que entra a espuertas en productoras y empresas gigantescas que son las que dominan el mercado, pero que finalmente no llega a los actores, más que en una pequeña parte. Es un negocio millonario, sí, pero solo para unos pocos, como tantos otros que existen, por otra parte. Aun así, muchos ven dinero fácil en el porno y no dudan en meterse a grabar este tipo de escenas.
Actrices y actores sometidos a mucha presión
La gente suele entrar en el mundo del porno con mucha juventud, y también con bastante inconsciencia, al no saber cómo se mueve ese negocio. Solo quieren ganar algo de dinero fácil y de paso, tal vez disfrutar de algunos buenos polvos. Es además una de las industrias donde las tornas sobre el salario se cambian, porque las actrices cobran normalmente más que sus compañeros masculinos. Esto tiene que ver con la propia demanda del público al que las escenas van dirigidas, mayoritariamente hombres. Las chicas que llegan a convertirse en estrellas internacionales pueden permitirse vivir del porno durante unos años, con suerte un par de décadas. A cambio, son señaladas y marginadas por muchos sectores, insultadas por mostrarse sexualmente activas ante la cámara.
La presión a la que son sometidas estas mujeres, consideradas “fáciles” por trabajar con diferentes compañeros masculinos, puede jugarles malas pasadas. En la era de las redes sociales, donde todos creemos tener el derecho a opinar con nuestra verdad absoluta, hay pornstars que han sufrido mucho bullying por parte de los fans. Antes que actrices son personas vulnerables que deben lidiar con el estigma de dedicarse a algo que todavía hoy es considerado inmoral. Y no es mejor para los actores, puesto que ellos, además, deben lidiar con la presión de estar siempre preparados para las escenas. Tener una buena erección y dar la talla es imprescindible si quieres tener futuro en esto del cine porno, y a veces la presión sobre los chicos es demasiado alta. Esto provoca que en muchas ocasiones, tanto los actores como las actrices desarrollen trastornos de estrés, ansiedad e incluso depresión.
Prostitución, drogas y abusos
Siempre ha existido el rumor de que la industria del porno es, en realidad, una tapadera para actividades delictivas e ilegales. La prostitución y el porno han estado muy relacionados, en el sentido de que muchas prostitutas han terminado haciendo cine para adultos, e incluso pornstars han pasado al otro lado, acostándose con sus fans por dinero. No es algo descabellado, y es que todavía hoy se dan este tipo de casos, especialmente en los países donde la prostitución no está perseguida. Sin embargo, no es algo que hagan la mayoría, y muchas actrices defienden que no tienen nada que ver ser prostituta con ser estrella del porno. El sexo sí que lo tienen en común, pero la cosa no va más allá.
Las drogas son también otro punto bastante polémico en torno al porno. En los años 70 y 80 había mucha cocaína en los rodajes, especialmente en las grandes producciones. Hoy en día parece que todo eso quedó en el pasado, y el presupuesto no da para tanto. Como en cualquier trabajo, habrá personas que sean adictas, pero no son una mayoría. Eso sí, algunos actores y actrices suelen tomar medicamentos no demasiado legales para poder entregarse más intensamente al placer ante la cámara. Por último, el debate sobre los abusos contra las mujeres siempre ha estado ahí. Hay escenas donde las chicas sufren vejaciones que están, en principio, dentro del guión. Ellas las aceptan cuando deciden rodar. Sin embargo, otras pornstars afirman haberse sentido obligadas y forzadas a realizar estas escenas, de forma muy poco profesional.
Por un porno más seguro
En los últimos años, y en paralelo al movimiento MeToo que está revolviendo los cimientos del cine comercial, muchas actrices han luchado por elevar su voz en favor de un porno más seguro. Las propias productoras han apostado por medidas como el uso del preservativo en todas las escenas con penetración, o la necesidad de test cada semana para evitar las ETS. Los magnates del porno muestran una transparencia absoluta en temas económicos, y también un apoyo común a la mayoría de movimientos por la igualdad y contra la discriminación. El porno debe seguir evolucionando en estos nuevos tiempos que requieren nuevas sensibilidades, con el reto de seguir manteniendo su esencia morbosa y ardiente.